Diez minutos quedan de este mundo.
Diez minutos que cantan las proezas de todo lo que fue antes que ellos. Minutos
que tiemblan ante la expectativa de lo que será después que todo haya acabado.
Miles de letras, teoremas y postulados marchan de nuevo al vientre de su
progenitora: el Caos. El mundo en ideas se condensa y se diluye; hoy está
comprimido bajo la sombra de 10 minutos de ansias. El mundo quedó reducido al
viento que juega con el sonido de las olas y a las luces que cantan la llegada
del fin de su era.
La playa rebosaba de multitudes y me
encontraba preocupado al no conocer a todos ellos. La verdad, algunos somos muy
tímidos y yo era uno de éstos. Tímido, a tal punto de abandonar mi propio
nombre, o quizá solo demasiado orgulloso. El punto es que tenía muy pocos
amigos, y eran de aquellos que andaban solos. Había una dama que deseaba
conquistar con ansias y otra que no deseaba conquistar: bella era Némesis, la
dueña del Universo; Caos, dama del sinsentido, no existía.
Diez minutos habían transcurrido
después de perecer el mundo, la noche era intensa y Némesis seguía mirando
perdidamente al firmamento, mas las estrellas habían desaparecido. ¿Por qué lo
hiciste? – Es que es tu destino experimentar el fondo del abismo. Tu naturaleza
solo te muestra los colores que estás predestinado a ver. Y tus colores son los
míos. Dama he sido de algunos y de su corrupción obtuve la tinta con la cual
pinto sus versos. El mundo está destinado a desaparecer y dejar memoria de lo
que alguna vez fue. Y lo que será, lo inmortalizaré. Serás inmortal. Vencerás
la muerte. Solo el sinsentido se entiende consigo mismo y yo seré tu dama -.
Némesis sonrió, el fin del mundo
comenzaba a girar tal ruleta rusa alrededor de la arena. - Tres… dos… uno…
escribe hoy tu destino y yo lo sellaré. Yo solo sonrío y doy a cada quien lo
que la voluntad desea darle. Desenfrena tu voluntad y ésta te dará lo que el
desenfreno busca. Intenta seducirme, mas yo solamente sonrío-. Némesis sonrió.
Gris, gris, gris. Pestañeé tan solo
un segundo y la mañana se oscureció en noche. Gris. La noche se volvió sombra.
Gris. La sombra se volvió nada.
Diez minutos han transcurrido después
de perecer este mundo. Sedúceme. Ella sonríe, la dama se confunde y el portero
de la playa desapareció y se volvió arena. Ella sonríe, y la dama saborea la
presencia y la ausencia de las multitudes. La dama me habló y la dama me dejó
de hablar, y mis palabras fueron las suyas cuando le respondí. – Serás
inmortal-. No pienso cerrar los ojos. – Entonces confía en tu voluntad -. Y eso
fue lo último que recordé aquel fin del mundo. Gris, gris, amarillo, rojo,
negro, ¡No!
Nadie recuerda lo que sucedió aquella
vez, pero el viento trae vida este día, el mar limpia las arenas donde una que
otra multitud descansa. Yazco tirado en la arena mirando el sol. Ayer me
enamoré de una dama, bailamos 2 piezas y le pedí un beso. –Mírame fijamente:
esto es lo que has deseado-.
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