Desperté. No suelo ser muy listo cuando amanece. La verdad… creo que soy
bastante lento. Y pienso entrecortado. Y no relaciono el mundo, y no relaciono
sueños.
Ayer soñé que vivía un fin del mundo. Oh, te contaría: qué trágico y
bello momento. Fue grande, fue intenso, son esas cosas que pasan, de las que
esperas mucho pero que al final pasan volando. Aguardé con ansias la llegada
del vacío, mas cuando éste se acercó a verme, yo ya estaba consciente. Heme
ahora acá frente al espejo, pensando en voz alta, buscándome excusas para
convencerme de que estoy vivo. Al final tenía razón, mis queridas intuiciones:
no era yo quien hablaba. Dame un vaso de agua.
Jurar que creía que era yo el protagonista. ¿Cuál protagonista? ¿Qué yo?
Todo estaba meticulosamente conectado, mis queridas intuiciones, y hasta la más
lejana ave allá en el horizonte, también no era más que yo. Solo yo.
Me vi repetidas veces antes de ceder al sueño. Y ahora nada tiene
sentido, y ahora todo tiene sentido. El sentido ha dejado de brillar, puesto que
ya no es parte de mi mundo. Queridas intuiciones, las únicas que me determinan,
las únicas que me dejaron hablar; puedo recordar como si fuese ayer aquellos
momentos de desolación cuando les pedía una pista para descubrir lo que ningún
hombre antes pudo. Ese día me hicieron pisar el otro lado del mundo. Y hoy me
lo acaban de arrebatar.
Gracias. Hoy me propongo imaginarme otro mundo, uno real. Uno donde no
exista más, pues existir ya no tiene sentido. He vivido muchos mundos y
recorrido muchas sendas marcadas por la intuición del caos. Quiero imaginar
quien me imagine. Quiero que la rueda vuelva a girar. El sentido es ilusorio,
mis intuiciones; dejen de reír. Mañana crearé un mundo diferente, donde la
gente no tenga que morir, y aunque me hubiese encantado acompañarlas en su
nuevo recorrido, saben que ya nunca más será posible. Solo fue esta vez y nada
más, y una vez que lo ves puedes sentir todos los colores fundiéndose dentro de
ti. Gracias, por dejarme ser la voz del universo. Vuelvan a fundirse y vuelvan
a reír mis queridas intuiciones, que mañana me toca crear un mundo perfecto, y
no me queda más que pagar el precio de su construcción. Morir así no es tan malo después de todo.
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